Los
vestidos y el color.
Cuando paseas por los mercados populares
de Rusia, notas la vibración del color en los ojos, al instante percibes como aquellos
pequeños puestos de venta se transforman en templos de la sensibilidad
estética. Cada tienda tiene un producto diferente y distribuye el genero con la
sensibilidad de un pintor. Todos son muy parecidos, eso me ha hecho reagrupar
imágenes de mercados populares de varias ciudades.
En uno de ellos encontré una
comunicante simpática, con ganas de hablar y de conocer… preguntaba y no
paraba, mi procedencia, actividad, que hacía allí, si tenía familia… etc. Se
llama Zenaida y es viuda (… ), eso me dijo con una generosa sonrisa. Con ello dio
pie a que yo también le preguntara y así recabar información sobre un tema que
no había pensado tratar; el vestido y la ropa interior de las mujeres de clase
trabajadora en Rusia.
De entrada comprobé como en la ropa
interior destacan los colores planos, primarios y con cierta entonación
fluorescente. Es un acto de provocación en la intimidad; queda claro que no se
está por ambigüedades. En los recubiertos externos destacan las armonías, las
disonancias, colores fríos y cálidos, los chillones y brillantes. Las forma
vegetales se han devenido en formaciones caprichosas y llegan a configurar una
selva imaginaria. En una sola mirada ves que la tienda es un pequeño universo
donde la abundancia de diseños; estampados, tintados y tejidos crean un jardín
soñado. Las interpretaciones florales es la materia que conforma la obra; los
vestidos son llamativos, sensuales, imaginativos y alegres y la regente de la
tienda hace composiciones cuidadas con todos ellos.
La dependienta está dignamente sentada
en un puesto irrelevante del espacio, pero cerca de la entrada, vigilante y
dispuesta a hacer pedagogía activa. Cuando llega un cliente lo viste mentalmente,
repasa sus formas, el color de su piel, el del pelo y los ojos… busca las concordancias
para aconsejar lo que mejor le va. Después le coloca los vestidos sin sacarlos de
la percha, los pinza con las manos, los acopla al cuerpo, les marca las altura,
resalta la figura y prueba con otro. Al final el cliente decide, pero ella ha realizado
un trabajo de muestreo en dos minutos; la compradora ya se ha hecho una idea y
decide convencida que “desea comprar”.
Esos atuendos que generalmente
celebran la primavera, los vemos después por la calle y en muchos casos dan
gusto mirarlos...
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