El caido, el soldado desconocido…
¿Deploro la violencia o me intimida la
muerte…? No lo se muy bien pero se que ante los conflictos me retiro, me quedo
sin argumentos y opto por el silencio; ¡pienso que soy cobarde! Eso no niega
que en mi interior los héroes no se debatan en duelos singulares, se “agranden
los justos hasta hacerse rocas como montañas” y perezcan los villanos como
hormigas en un vendaval. Soy observador de mis quimeras, que son las mismas que
las de los demás y desprecio a la vez que admiro mi condición humana. Contengo
los mismos mecanismos, archivos, intuiciones, fantasmas e incertidumbres que
los demás. Si hay algo que quiero destacar aquí es el desprecio a la deslealtad,
la pequeñez de la traición y el blindaje institucional de los “elegidos”.
Los héroes son figuras retóricas,
ladrillos que levantan el complejo edificio de un pueblo; son construcciones póstumas
que se sacan de contexto para beneficio de una “causa”. Como digo, son ideales
que se elaboran para difundir el deseo de ser como ellos; ¡arquetipos
ejemplares! Cada pueblo tiene sus figuras retóricas, más literarias que reales
y más soñadas que vividas.
Los pueblos guerreros, los que buscan la
grandeza del horizonte y tienen en la historia “figuras para recordar”, siempre
omitirán las páginas oscuras de su vida y darán esplendor a aquello que los
hace grandes y nobles…
Pienso que en los campos de batalla no
hay seres cortados con este patrón y la mayoría son seres numerados y sin
nombre que están allí “cautivos”. Cuando se recuerdan los frentes, las
trincheras abandonadas, los restos de la batalla, vemos remolinos de viento
sobre los campos de trigo; ¡de aquel dolor y agonía ya no queda nada! Entonces se
enciende el recuerdo y aparece el monumento al soldado desconocido. Al poder le
interesa que la llama sea permanente y el pueblo se mantenga alerta…
Aquí se abre un paréntesis que nos
implica a todos; el blanco del papel nos dice que cuando los ídolos no tienen
nombre no son nada. Nadie los recordará y a nadie les servirá de ejemplo para
aprender en el futuro. Cuando los caídos son los niños de Gaza, los abuelos de
Siria, las mujeres de Irak o los campesinos de Camboya, no hay heroísmos para
evocar... Cómo se recuerdan a los caídos a machetazos en Ruanda, en Kenia, en
Somalia… ¿quién los recordará mañana?
Los soldados sin nombre son armas letales
para el futuro…
Obras conmemorativas de Moscú, Ekaterimburgo y Kazán...