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martes, 2 de septiembre de 2014

El puente sobre el río Ob.

 Entidad bancaria en Novosibirsk 




Teatro y danza en Novosibirsk


El puente sobre el río Ob.

Novosibirsk nació con la construcción de un puente, hoy es una realidad nacida de una leyenda, una proeza humana más en la larga lista de… el transiberiano. Está situada en una meseta de poca altura, junto al valle que forma el río Ob. Muy cerca se sitúa el embalse que lleva su nombre y donde la represa proporciona energía para una de las centrales hidroeléctricas más grandes de Rusia.

La ciudad se creó mientras se construía el puente por donde el tren tenía que superar una de las barreras naturales más complejas de Siberia. Era un reto cruzar aquella masa de agua, una obra que aún hoy impresiona verla. Una gesta heroica en aquel tiempo; hizo falta movilizar a miles de hombres y se murieron a centenares por paludismo disentería y otras muertes no menos terribles.

Ahora Novosibirsk es el centro financiero más importante de Siberia y es importante también en lo científico, cultural, industrial y en las redes de transporte que confluyen allí. El edificio de cristal que presento es una muestra de las intenciones de la ciudad y el otro, es el teatro, una obra magnífica que supera en capacidad y sonoridad al Bolshoi de Moscú.

La imagen del río es la más atrayente de la ciudad; cuando hice la fotografía del puente un soldado que estaba vigilando me dijo:

⎯”no fotográfero”⎯

Yo le dije que por qué, si no voy a tocar el puente, ni hacer nada con las imágenes que pudieran dañar su estructura… solo tengo interés en conocer. Él me miró con cara circunspecta y empezó a hablarme en ruso los motivos que hacían que él estuviera allí, firme y vigilante del puente. Primero argumentó el tema de seguridad nacional. Aquel puente unía y podía dividir el país en dos, cortar y aislar las llanuras de Siberia como un cuchillo corta y separa la mantequilla. Entonces con un palo dibujó el mapa de Rusia, también el trazado sinuoso del rió Ob. Me miró convencido de lo que hacía y se aseguraba de que yo le entendía. Señalaba el mapa con la punta del palo y me miraba inexpresivo. Me observaba y volvía al dibujo, así una y otra vez hasta que con un trazo rasgó el suelo e hizo del río una llaga infranqueable. Cuando el ágil trazo del palo rompió el puente, realmente sentías el dolor de la ruptura en sus carnes. Te conmovía aquel desastre y te hacía partícipe de su tragedia.

Estaba claro, tenía que vigilar el puente y si hacía falta dar la vida por ello… ¡la daría! Todo el peso de la responsabilidad caía y se doblaba sobre su existencia. Él era un héroe silencioso y aunque vivía en una garita de hierro, era el vigilante, el que guardaba los pernos, los huesos y tendones que unían a la gran Rusia; ¡aquello era una cuestión de seguridad nacional!

Entonces yo le dije… Te acuerdas de la guerra de Irak, cuando una bomba “inteligente” derribó un puente en Bagdad justo antes de que pasara un camión… el me miró muy serio y respondió.

⎯Hace años que sabemos que ahora no sirve de nada la vigilancia que hacemos, sabemos que los ojos del enemigo circulan por el cielo, pero estas ordenes se dieron hace cuarenta años y nadie se ha molestado en corregirlas…⎯
Le contesté: ¿te sientes útil vigilando el puente?
⎯Sí, me hace feliz hacer algo por mi país⎯
Pues entonces, vigila el puente; ¿quieres la foto?
⎯No, estas fotos no lo derribaran…

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