Translate

miércoles, 1 de octubre de 2014

El encierro en Vladivostok


El encierro


Os decía en la primera misiva, cuando publiqué las imágenes de la "suite" por el móvil, que la vida era un teatro, una parodia que nos desbordaba y que aquella inocente habitación kitsch tenía unos preámbulos de terror. En ocasiones las situaciones reales son más sorprendentes que las literarias. La “realidad” puede desbordarnos con mayor despliegue de emociones, alarmas turbadoras e incógnitas ya que nos sitúa en un espacio vulnerable, frágil e inseguro. Es así cuando pasa y entonces no tienes el protector psicológico de la ficción. El pánico se presenta desnudo y adornado de temores desconocidos. El miedo se hace dueño del alma y el que vive la situación “pone la piel” sobre la mesa y sufre en silencio las fintas de la incertidumbre. En esos momentos el corazón es el que dibuja la gravedad de todo el asunto, el cuerpo se descompone entre intuiciones de peligro y se llega a sentir claramente como el cuchillo penetra en la carne y secciona la yugular. Esas emociones no son literatura, no son escenas de cine de acción; son emociones que transforman el espíritu y tiñen el pensamiento de presagios oscuros. Además, algunos hechos experimentados son más “novelescos” que los que narran algunos autores de prestigio desde la imaginación. La figuración inventada no es capaz de describir plenamente el olor del dormitorio de las regentas, ni la impresión que se tiene al ver asomar el cañón de una pistola por debajo del almohadón. Menos aún la importancia que tiene el silencio en un piso de aquellas características, máxime si eres tu el que te encuentras encerrado tras una puerta de acero y sin conocer nada de lo que está pasando fuera. ¡Así me vi yo aquel día!

Os decía también que explicaría los detalles de todo este desgraciado asunto, pues bien, ahora es el momento y puedo exponer los pormenores del encierro sin peligro alguno; me encuentro a más de 12.000 kilómetros de distancia de aquel lugar. Como sabéis todo terminó bien, aunque mi querida Francesca y Francesc dudaron de la veracidad de los hechos e hicieron pensar a los demás que todo era un "bulo". Dije que lo explicaría si salía con vida y está claro que sigo aquí con vosotros y dispongo de documentación para dejar las cosas claras aunque eso no es importante, lo realmente importante es lo que sentí en las horas de encierro...

La reclusión en la habitación de las orquídeas fue angustioso pues tenia el convencimiento de que aquella situación tenía todas las caras de un secuestro; ¡estaba prisionero! Las dos regentas del hotel habían marchado sin conocer el motivo y la puerta estaba cerrada con pestillos de alta seguridad.

Mientras pensaba como salir de aquella situación sin violencia, un frío intenso empezó a subir por los pies y me llenaba el cuerpo de sensaciones sombrías, como si yo fuera un recipiente vacío que se llena con agua de camposanto. Era una sensación que me bloqueaba lentamente y que se llegó a convertir en parálisis mental. La sensación se hizo más grave cuando aquel líquido “imaginario“ pasó físicamente el límite del corazón. Con claridad pensé que padecía otra crisis como la que tuve el año 2000, fue cuando soporté un infarto y días más tarde seis anginas de pecho. Entonces me encontraba arropado por la familia y por los cardiólogos del hospital de Estalla. En Vladivostok no pude evitar el temor a la soledad y a quedar perdido para siempre en un vertedero furtivo…

Os decía que mirarais con mucha atención la puerta de la casa y los detalles del lugar; en aquellos momentos en vosotros ponía toda la esperanza. Tenía confianza en vuestra ayuda y por ello ponía especial atención en los detalles que os enviaba: vuestro testimonio era salvador de mi memoria si no podía serlo de mi cuerpo.

Estaba claro que aquella era la cara B de aquel "nidito de amor"; en aquel momento era una prisión donde me encontraba recluido. Tras ver la pistola que vigilaba el lecho de Natacha, quizá la amenaza que aparecía por los resquicios de la cama de Irina, no pude evitar sentir el frío impacto de una bala en el pecho. Entonces me desplomé moralmente, con cierto desasosiego empecé a exclamar...

¡Triste situación la mía...!

Entonces me puse a dormir y quede fundido en un sueño de liberación. Mientras tanto, escribí de un tirón lo que sigue…

No hay comentarios:

Publicar un comentario