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lunes, 22 de septiembre de 2014

Las cafeterías de Vladivostok



Las cafeterías.
Las ciudades se viven de manera transversal, experimental en el tiempo y holística en las posibilidades de cada persona. A cada individuo le ofrecen una medida del espíritu de sus pueblos y  cada cual cuenta aquello que más le ha motivado. Entre más registros se observen de sus calles, mercados, rituales y gentes, más clara y diáfana se nos representa y seguramente, lo que queda es algo que se aproxima a la realidad del lugar. Para conocer bien una ciudad se ha de vivir en ella durante años, pero la vida es corta y el tiempo que dedicamos en un viaje como este es insignificante para profundizar en todos sus pormenores. Mirar no es ver y hacerlo sobre la marcha acelerada de un tren, la verdad, no ayuda a hacerlo bien...
No obstante la idea es aproximarse al pueblo ruso y el propósito ya hace mucho. Si no hay tiempo puedes acelerar el paso y trabajar para conocer y reunir recuerdos, vivencias, imágenes, historias: es lo que he podido hacer y con ello me quedo…
Algunos de los que me llevo han nacido en las cafeterías, en ellas tenía que establecer mi lugar de operaciones: almorzar y descansar en las horas de espera, enviar los “informes del viaje” y cargar las baterías de la cámara y el móvil. Nombraré algunas de las que asistí en la ultima ciudad, son buenos ejemplos ylas que más trabajé.
Las cafeterías son lugares de encuentro y alterne, en algunas son lugares de distinción de clase y eso se nota especialmente en el precio. Naturalmente también en el decorado, en la atención y la calidad del producto: en Rusia se toma buen café y se disfruta de la compañía y la conversación…
En Vladivostok me propuse trabajar el tema y estuve en varias para saber como se relacionaban las gentes en un espacio así. La verdad saqué la conclusión que cada establecimiento tiene su idiosincrasia, recoge un tipo de clientes y mantiene una manera de servir y vivir.

La que más frecuenté fue en Zern Caffeeshop y en Studio, las dos presumían de estar a la moda pero destaco la primera por la calidad del producto, por el cuidado diseño pop y por la atención. Todo era muy correcto y se alegraron muchísimo que les hiciera fotos al establecimiento. La segunda era la que estaba en la boca de los jóvenes del momento y tampoco pusieron problemas por hacer fotos, inclusive me enseñaron los reservados. Allí se reunían los que querían presumir de modernos y se permitían hacer una “rayita a escondidas” o fumar en soledad un canuto con una pipa de agua… 


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