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lunes, 18 de agosto de 2014

Los hombres.






Los hombres.
Para conocer a un pueblo se necesitan años de convivencia, para sentir y conectar con su carácter solo hace falta unos días… Mis observaciones me dicen que el hombre ruso se entrega en lo que hace; a la nación, al trabajo y a la vehemencia de sus observaciones. No es dado a las presunciones, no cuida en exceso vestimenta y si lo referente a la fuerza y a la exageración, esto se detecta en el volumen de los coches, los camiones, en la consistencia de la comida y bebida; ¡todo es fuerte y desbordado! Quizá se pueda decir que en general es un pueblo guerrero, grande, desmedido, aventurero y violento, pero esto no quita para que también sea contenido, solitario, abnegado, inquieto, observador y resolutivo. Si tengo que hacer un retrato del hombre ruso me decanto por ver en él un ser solemne, generoso en el trabajo y entregado a la familia.
No tengo demasiados referentes pero pondré la observación de cientos de padres trabajadores que se pueden ver en los mercados, en las obras y en el funcionamiento de país. Tengo tres ejemplos directos que pude vivir de forma clara, estuvimos hablando y pude detectar su generosidad y dedicación en lo que hacían: una cuadrilla de ferroviarios en Chitá; fuertes, profesionales y entregados en la faena. En lo que pude observar ninguno se escaqueaba ni hacía ver que “hacía”. En Vladivostok estuve con un grupo que extendía camiones de asfalto a pleno sol. Mientras hablaba con el encargado y hacía alguna fotografía me di cuenta de la dureza del trabajo, solo la proximidad con el material hacía sudar. En veinte minutos estaba el material de un camión extendido y dispuesto para ser tratado con las máquinas. En Krasnoyarsk pude ver el trajín de los vendedores de coches y en Kazán estuve observando los trabajos del dragado del Volga y los trabajadores del mercado. Ya conocéis a los panaderos…

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