El
agua
El agua es tan fría i abisal que corta la
sangre nada más tocarla. Pero yo había ido a sentirme y dialogar, debía lavarme
la cara con aquellas aguas milenarias, tenía que sentir su caricia animada por
los siglos. Sin saberlo encontré en aquel lago las trazas de mi destino. Fui a
su encuentro con una llama prendida y apareció el lago entre la niebla, súbitamente
se reveló para modificar mi vida.
Le hice preguntas incontestables y ella
me ofreció caminos para transitarla. Le traje todas mis desventuras con el
ánimo de empezar una nueva etapa y recogí sus plegarias como los versos de las
aguas. Le acaricié la cara para ahuyentar de mi la pústula de la miseria y así hacerme
un rostro nuevo. Aquí, en este lago de hielos perpetuos, he reconstruido una
leyenda sin nombre.
Mis diálogos son inaudibles, los dejaré envueltos
en leyendas confusas y me sentiré bien pagado si alguien decide leerlas entre
líneas... En el viaje he invertido muchas horas de trabajo, he consumado un
deseo de hacía años se estremecía en mi mente, todo para seguir con mi
propósito y encontrar la voz de la tierra. No fueron muchas horas las que
dediqué a conversar con los árboles, con las piedras que duermen el sueño de
los hielos, con las aguas abisales que se pierden en la oscuridad. Los paseos
por el bosque y los bordes del lago me ayudan a entender aquello que se desvela
en el lenguaje de la naturaleza. De ella extraigo todo lo que conozco sobre mi
mismo. Entre dos piedras me estremezco, ellas me dicen quien soy y terminan de
hacerme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario